Escrito para el
“Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte, no sé en qué eh fallado”, repetía Juan, queriendo encontrar en mi las respuestas a su revoltosa alma, después de todo era su doble, y sé muy bien que es inevitable esconder esos ojos que son de los guardan un mar de verdad, pero que los años habían logrado en el convertirlos en un desierto de emociones mezcladas.
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Escena:
Para participar en la edición de este mes tenéis que escribir un relato que comience con la frase “Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte…”.
Reto opcional
Como reto adicional (no obligatorio), os proponemos que el relato esté contado desde el punto de vista del antagonista de la historia.
Extensión:
El relato no puede ser mayor de 750 palabras
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“Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte, no sé en qué eh fallado”, repetía Juan, queriendo encontrar en mi las respuestas a su revoltosa alma, después de todo era su doble, y sé muy bien que es inevitable esconder esos ojos que son de los guardan un mar de verdad, pero que los años habían logrado en el convertirlos en un desierto de emociones mezcladas.
Ahí estaba el,
frio, pensante, repitiendo, “en que eh fallado”. Yo lo contemplaba en silencio,
sabía muy bien que mi opinión seria para él una brisa, de repente mis
pensamientos fueron interrumpidos por un incesante reclamo de su parte.
-Habla, dime algo
Mi silencio marginal lo incomodaba, de
eso estoy seguro, el me creo a su imagen y semejanza, sabía perfectamente que
el no responderle lo alteraría, pero también aprendí de él, que a veces es
necesario callar, para el en cambio, eso representaba soledad (aunque él no lo
admitiera), no lo culpo, toda su vida se había refugiado en sí mismo. Nuestros
diálogos sigilosos se transformaban así en un cruel pero mutuo acuerdo, del
cual éramos cómplices y víctimas de la
soledad
Con el paso del tiempo se fue dando
cuenta de que me estaba alejando de su personalidad, mi lengua se fue volviendo
cada vez más silenciosa, mas no mi corazón.
Los otoños eran una gran oportunidad
para caminar y salir de aquel encierro, pero siempre que lo invitaba a
despejarse, el buscaba excusas para quedarse, y la verdad es que yo también
estaba muy solo, quería que me acompañe, quería mostrarle colores en sus días
grises.
Poco a poco el follaje de los nogales
y pinos que en su infancia supieron ser pinturas vivientes para sus ojos,
pasaron a ser un simple cuadro que pasa desapercibido ante la mirada de quien
siempre esta con sus pensamientos en otra parte, sumergido en su pasado,
atándose a su presente, así vivía sus días, y así continuaron siendo sus
otoños.
Admito que en algún momento me
contagie de su forma de ser. En el fondo sabía que era diferente, que su
capricho de aislarse de la sociedad, quizá tenía más que ver con sus penas de
la infancia, la pérdida de su hermana y su madre cuando él era un adolescente,
lo habían cambiado mucho, en esa época, por lo que se, él era más parecido a mí,
Pero esta tarde, sentado en su sillón
mientras bebía un poco de ginebra, decidió mirar por la ventana, es otoño y las
hojas esta vez no le causaron rechazo, pero una tremenda nostalgia recorrió su
cuerpo, y rompió en llanto.
Supe que era un buen momento para
escucharme, y le dije
-Está bien que desahogues, debes
permitírtelo
-Llorar es para los débiles -respondió
en voz alta,
Cada vez que quería hablarle, me interrumpía
con gran irritación, como si intentara hacerlo sentir débil, como si el mundo
de los sentimientos para el fuera un camino largo y oscuro que él no debía recorrer, por más que intenté
e intenté, nunca pude abrirle los ojos,
mi pequeña llama de esperanza no se apagaba porque en el fondo sé bien que su
nobleza no se apagaría, pero eso no era suficiente, mis palabras hacían a
su
oído lo que el viento a las hojas.
-Eres mi conciencia, mi doble, ese que
todos tenemos, supongo que te eh creado para que me ayudes, pero solo encuentro
en ti pensamientos absurdos -dijo
agitando un poco su copa.
-He ahí el error,-dije-, no soy una
creación tuya, soy tu esencia, siempre eh sido tú, me has dejado olvidado
preocupándote por cosas que no te hacen feliz, crees que soy la parte débil de
ti, cuando comprendas que escuchándome también podre sanar tu otra parte, esa
que hoy tanto odias, podremos salir de
esta prisión que es tu cabeza, juntos, es la única manera, y no encontraras
respuestas en los frascos de pastillas que te has tomado junto con la ginebra